La verdadera traición de Mary Shelley a sus protagonistas es cómo reduce esas vidas a una pantomima recubierta de un cielo tormentoso y terciopelo ajado, pero sin ningún impacto en el corazón o la mente.
Agraciada por una maravillosa banda sonora, se presenta como una heredera excepcional de 'El hombre que cayó a la Tierra'. Es una mirada escalofriante y profundamente triste a través de los ojos del Otro.
La jugada sale bien, abordando con humor sus aspectos más desenfrenados y amplificando su energía hasta el infinito a través de un derroche audiovisual que se convierte en su mayor atractivo.
Es un homenaje al fandom de la serie y, en general, al anime de ‘magical girls’ como productor de sororidad y autoestima femenina. Puede resultar atractivo incluso para quienes no están familiarizados con el género.
Las formas y los colores resultan artificiales, y el argumento lucha por ofrecer un desarrollo y evolución coherentes. No logrará entrar en el extenso repertorio de clásicos de Ghibli.
Un festín de humor ennegrecido cual el suelo de un piso de estudiantes, con un excelente trabajo del reparto. Renuncia al terror en favor de las risas y, gracias a eso, se mantiene fresca.
Es una chorrada entretenida que complementa perfectamente una noche de palomitas y diversión con amigos. Se siente como un 'déja vu' sangriento; no aporta nada nuevo, pero logra ser divertido.
Pierde el factor sorpresa, quedando como un título de acción y humor respetable. Tiene una mirada kitsch y frenética hacia un género que parece estar en vías de extinción.
La película, en suma, quiere que lo pasemos mal (es decir, bien), y lo consigue a poco que nos dejemos el cinismo en la puerta del cine. Disfrutable terror de serie B sin pretensiones ni cinismo.
Entre entrevistas mal formuladas y recursos de docudrama que confunden el mensaje, la película no logra aprovechar su potencial para abordar el tema de manera clara. Las divagaciones serán percibidas solo por aquellos que ya estén familiarizados con el asunto.
Recuerda al Tim Burton de 'Eduardo Manostijeras'. Sin embargo, se extraña un mayor esfuerzo en la puesta en escena y, sobre todo, una dosis de ironía más contundente en los chistes.
Una intriga con giros inesperados, quedándose a medio gas debido a su falta de riesgo formal. Que decida cada cual si las buenas interpretaciones compensan lo anterior.
Puede satisfacer a quienes se deleiten en las historias de superación personal y triunfo desde lo más bajo. Para este crítico, es ver un relato así y recordar lo buena que es 'La soledad del corredor de fondo'.
El conjunto carece de energía y lenguaje soez, mientras que se esfuerza por dar un tratamiento digno, aunque no del todo, a ese rey interpretado por un entrañable Peter Van den Begin.
El guion se presenta como deslavazado, y sus referencias a una virilidad arcaica resultan poco originales. Esta entrega carece de profundidad, ni logra ser inquietante ni memorable.
Es tan mediocre que ni siquiera Melissa McCarthy logra aportarle energía. La cinta presenta una premisa que se desgasta rápidamente en la primera media hora.