La mayor virtud de 'Tom of Finland' es su rechazo a la hagiografía, pero también presenta ciertos problemas. En particular, se manifiesta en la creación de un mundo paralelo dominado por una virilidad exagerada, el sexo violento y la misoginia.
Agraciada por una maravillosa banda sonora, se presenta como una heredera excepcional de 'El hombre que cayó a la Tierra'. Es una mirada escalofriante y profundamente triste a través de los ojos del Otro.
La jugada sale bien, abordando con humor sus aspectos más desenfrenados y amplificando su energía hasta el infinito a través de un derroche audiovisual que se convierte en su mayor atractivo.
Es un homenaje al fandom de la serie y, en general, al anime de ‘magical girls’ como productor de sororidad y autoestima femenina. Puede resultar atractivo incluso para quienes no están familiarizados con el género.
Las formas y los colores resultan artificiales, y el argumento lucha por ofrecer un desarrollo y evolución coherentes. No logrará entrar en el extenso repertorio de clásicos de Ghibli.
Acaba fascinando gracias a Samantha Robinson. Sacándole filo a cada aleteo de pestañas postizas, cada conjuro y cada apuñalamiento, la actriz acaba por crear un monstruo modélico.
Un festín de humor ennegrecido cual el suelo de un piso de estudiantes, con un excelente trabajo del reparto. Renuncia al terror en favor de las risas y, gracias a eso, se mantiene fresca.
Es una chorrada entretenida que complementa perfectamente una noche de palomitas y diversión con amigos. Se siente como un 'déja vu' sangriento; no aporta nada nuevo, pero logra ser divertido.
Pierde el factor sorpresa, quedando como un título de acción y humor respetable. Tiene una mirada kitsch y frenética hacia un género que parece estar en vías de extinción.
La película, en suma, quiere que lo pasemos mal (es decir, bien), y lo consigue a poco que nos dejemos el cinismo en la puerta del cine. Disfrutable terror de serie B sin pretensiones ni cinismo.
Es un cuento de acción y aventuras. Y uno bastante bueno, al menos para quien escribe esto. La prodigalidad de detalles, tanto en la narrativa como en la animación, son notables.
Entre entrevistas mal formuladas y recursos de docudrama que confunden el mensaje, la película no logra aprovechar su potencial para abordar el tema de manera clara. Las divagaciones serán percibidas solo por aquellos que ya estén familiarizados con el asunto.
Se queda en tierra de nadie, basculando entre el dramón emotivo, la comedia fina (el protagonista tenía que apellidarse Foucault, claro) y el retrato social sin decantarse por ninguna de esas facetas.
Recuerda al Tim Burton de 'Eduardo Manostijeras'. Sin embargo, se extraña un mayor esfuerzo en la puesta en escena y, sobre todo, una dosis de ironía más contundente en los chistes.
Una intriga con giros inesperados, quedándose a medio gas debido a su falta de riesgo formal. Que decida cada cual si las buenas interpretaciones compensan lo anterior.
Puede satisfacer a quienes se deleiten en las historias de superación personal y triunfo desde lo más bajo. Para este crítico, es ver un relato así y recordar lo buena que es 'La soledad del corredor de fondo'.