Está bien. O muy bien, incluso. Aunque sea con once años de retraso, Natasha Romanoff ha tenido una película que hace justicia a su condición de espía legendaria.
Su tono sereno y el rico detalle de sus culturas ficticias, junto con la profundidad de su narrativa, hacen que 'El rey ciervo' se destaque como una película, aunque no sea perfecta, sí es inolvidable.
Un deleite para los seguidores, ya que la directora imprime un profundo amor en cada una de las canciones del disco y en su presentación repleta de referencias y cameos. Su pasión y estética resplandecen en cada escena.
El filme presenta instantes impactantes y emotivos, pero en última instancia, se convierte en una desilusión que desvanece cualquier sentimiento nostálgico.
Peca de un desarrollo superficial, pero el uso de metraje de archivo y las escenas que capturan la convivencia entre el matrimonio, sin adornos ni narrativa, logran compensar estas fallas, transmitiendo una sensación de ternura.
Es un recorrido agobiante que nos hace sentir la tensión del comisario, y los pocos momentos de bondad se convierten en su mayor descubrimiento. Una trama intrigante que rinde homenaje a su protagonista.
Solo por su ambición de centrarse en la gente de a pie merece un aplauso. Sin embargo, eso no significa que su ejecución sea perfecta, ya que la puesta en escena resulta tan gris como la época que retrata.
Los excesos tienen sus consecuencias. Todd Phillips y su equipo nos mantienen riendo, lo cual es un alivio. En esta película, se percibe un esfuerzo por evitar los clichés habituales.
Una lástima que esta road movie tragicómica no logre impactarnos emocionalmente, ya que en lugar de provocar risas o lágrimas, nos hace reflexionar acerca de los riesgos asociados a los clichés.