Críticas 800 balas (2002)

Almería, desierto de Tabernas, año 2002. Texas Hollywood es un polvoriento pueblo del Oeste donde hace décadas que no se filman películas. Allí sobrevive Julián (Sancho Gracia), un veterano especialista de cine que ha visto de todo. Junto a él, otros personajes nostálgicos como Cheyen (Ángel de Andrés), el pistolero cobarde; Manuel (Manuel Tallafé), el temerario doble; Arrastrao (Enrique Martínez), el jinete desafortunado; Ahorcado (Eduardo Gómez), el sombrío colgado; el italiano gafado Enterrador (Luciano Federico) y Don Mariano (Ramón Barea), el propietario del pueblo. Su sustento proviene de recrear escenas de acción para los escasos turistas que visitan la zona. Todo cambia con la llegada de Carlos (Luis Castro), un niño que dice ser nieto de Julián. Mientras su abuela Rocío (Terele Pávez) sufre en su chalet, su madre, Laura (Carmen Maura), una ejecutiva agresiva, decide afrontar los fantasmas del pasado con la ayuda de su socio Scott (Eusebio Poncela), un tiburón de las finanzas. A partir de ese momento, viejas heridas se entrelazan con la especulación inmobiliaria, generando una cómica tragedia de consecuencias inesperadas.