Se muestra como algo excepcional y molesto, perturbador en su esencia, intensificando el efecto de los contrastes entre el snobismo y el exhibicionismo glamouroso.
Propone un neonaturalismo que no aclara ni enfatiza, enlazando brutalidades sin caer en el sensacionalismo ni en la sordidez, rindiendo homenaje a lo mejor de Buñuel mexicano y a Fassbinder.
La película explora en un tono de docuficción un oscuro sótano, donde la propuesta de los héroes se mantiene siempre viva. Nos transporta a un increíble viaje humano con jóvenes personajes que desafían la imaginación occidental.
Hipnótico film que explora las cosmogonías indígenas anteriores a la llegada de los europeos y rinde homenaje a las tradiciones que permanecen vigentes. Además, la obra también crea nuevas narrativas, reinventándose a sí misma en el proceso.
Se revela de manera cruda, incluso detrás de su impresionante esplendor visual y su enrevesada trama de thriller negro, profunda y deliberadamente confusa.
Imprevisible eleva la palabra a un papel central, como es habitual en la filmografía del director. Las palabras transmiten un significado profundo, sugiriendo mucho más de lo que realmente expresan.
Amiba viñeteada en torno a un inmueble capitalino no como florilegio de visiones históricas sino como un continuum de episodios mal zurcidos sin mayores indicaciones de ubicación en el tiempo ni pertinencia retrospectiva.
Canta en solitario o en tumulto una educación que es una reeducación para afrontar la brutalidad que hoy requiere la envilecida vida húngara postsocialista.
Presenta de manera clara una perspectiva preexistencialista del mundo, considerándolo una farsa trágica llena de nauseas, pero aún encuadrada dentro de una tradición naturalista o posnaturalista.
Logra sostener con tenaz severidad, de principio a fin, la estructura hiperlimitada y rígida de un fascinante thriller verbalizado e imaginario en torno a un solo personaje visual.
Arroja de lleno al meollo de cada secuencia y prescinde de cualquier presentación de personajes, conclusiones y transiciones. Sus escenas son tan directas y elípticas como sus planteamientos, saltando de una emoción a otra sin pausa.
Presenta una expansión incontrolable que escapa a los límites del psicothriller gore más estilizado, dejando atrás un enfoque truculento y excesivamente intelectual.