El director logra crear una obra que irradia frescura en cada uno de sus planos y permite destacar la actuación brillante de Lumi Cavazos. Sin duda, es una experiencia sabrosa y rica.
La adolescencia y sus cambios hormonales sirven de excusa para un cálido homenaje a la inocencia perdida. Lejos del almibaramiento habitual, consigue una sencilla, enérgica y punzante excursión por lo más obvio.
Drama, comedia y mentes inquietas se dan la mano en una expedición por los vericuetos de eso llamado familia. Entre la ternura y la nostalgia quedan las vibrantes interpretaciones de Hoskins y Ryder.
Un recorrido atropellado por el morbo y los fondos del alcantarillado urbano. Un producto casi arqueológico para el análisis de sociólogos y tertulianos de mesa camilla.
Narra las primeras experiencias amorosas de unos adolescentes atados a un trabajo alienante. Además de no haber envejecido un ápice, se antoja un documento (sociológico), irrenunciable.
A Zurlini se le deben dos de las películas más intensas, desesperadas y cautivadoras que ha visto el cine italiano, ésta y 'Crónica familiar'. A recordar, el descenso de las escaleras tras el baño.
La directora presenta un condensado de sus obsesiones que resulta tanto delicado como errático. La película se mueve entre instantes de una belleza indiscutible y momentos de evidente confusión.
Un guión afilado y unas interpretaciones a tono siguen los pasos a un relato sostenido en el filo. Por momentos, ácido; a veces, simplemente ridículo; siempre, intenso. Lástima, eso sí, que el director debutante no se resista a la tentación de la moraleja.
Idris Elba destaca sin lugar a dudas en 'Mandela', una película efectiva y directa, pero que también resulta algo rutinaria. La historia realmente cobra fuerza y se aleja de la superficialidad típica del biopic en el momento en que aborda temas políticos.
El mérito de la cinta, tan sencilla como pedagógica, no es otro que pasar a limpio un problema que mantiene a miles de personas o desplazadas en los campos.
El espectador tiene la oportunidad de apreciar no solo la película que Murnau filmó en 1931, sino también de reflexionar sobre las heridas de cualquier amor posible. Para resumir, es una obra magistral, tan impactante como la película original.