Película pequeña, mesurada y tensa, aunque carece de sobresaltos. Su ritmo pausado puede resultar intrigante para algunos, pero para otros puede ser una experiencia un tanto monótona. A pesar de su atmósfera contenida, la trama no logra captar del todo la atención del espectador.
El filme presenta la frescura típica de una ópera prima. En ocasiones, se siente como una colección de instantes aislados en lugar de una narración cohesiva. A pesar de sus imperfecciones, deja entrever un potencial para futuros logros, tanto de manera individual como colectiva.
Preciso, precioso, naturalista y también amargo retrato de la deriva de una adolescente en el tránsito difícil de los 11 a los 12 años. Un soplo de sinceridad fílmica.
La película sigue la tradición de las obras que parodia y presenta chistes de dudosa calidad junto a momentos que resultan algo graciosos. Se mantiene en la fórmula habitual.
No es exactamente una película dramática. La falta de prejuicios al abordar una historia de este tipo se enfrenta a un exceso de sensibilidad, algo riesgoso cuando puede derivar en sensiblería.
Uberto Pasolini se apoya en la excelente actuación de sus dos protagonistas para tratar temas profundos como la muerte y la separación, presentándolos con un tono luminoso y ligero.
Tiene muy buenas ideas y peores resoluciones. Hay imágenes cautivadoras y perturbadoras, pero el tono general carece de la rugosidad que su trama sugiere.
García mueve bien las piezas, aunque incurre en un ternurismo ausente en sus primeras películas. El filme es tan contenido como previsible, con alguna solución de guión impostada.
Una película desequilibrada, solvente en algunos momentos pero insuficiente en otros. Es un reflejo de cierto cine estadounidense y, a la vez, demuestra un claro intento de crear un estilo propio y diferenciado.
La complicidad de Christina Rosenvinge con la directora es esencial para lograr la apariencia de naturalidad que caracteriza a la película. Todo transcurre de manera orgánica y conmovedora.
La animación no genera distanciamiento; más bien, lo opuesto. Aunque algunos elementos de la revolución no se explican con claridad, se destaca la figura del reportero como un personaje poderoso.
En comparación con la versión clásica de 1947, el tema ya no se siente tan impactante o profundo, y el estilo de del Toro no aporta una dimensión más audaz.
Si bien Taylor es contenido, también resulta excesivamente pragmático en las diferentes tonalidades del filme. La historia carece de una mayor pulsión e intensidad dramática.
La película no olvida sus raíces teatrales, destacando el intercambio actoral entre Anthony Hopkins y Olivia Colman como su principal atractivo. Se presenta como un guion diseñado para resaltar las habilidades de los actores.
Russell mueve los hilos de su hiperbólica trama confiando en sus intérpretes, la reconstrucción retro de la época y los vaivenes de un relato que a ratos interesa, en otros desconcierta y en la parte final se acelera.
Es un filme de personajes que plantea una interesante pregunta: ¿puede nacer una gran amistad y complicidad entre un ladrón y su víctima? La película examina esta aparente contradicción de manera efectiva.
Una aventura fantástica infantil, ingenua e inocente, destinada a un público indeterminado, sea o no seguidor del famoso videojuego original, con un Jim Carrey pasado de vueltas.
Es un análisis del comportamiento de las mujeres a lo largo de las generaciones, aunque es bastante superficial y no se atreve a explorar en profundidad.