Críticas Un largo viaje (2013)

Jonathan Teplitzky adopta un enfoque anticuado y monótono para narrar esta emotiva historia de reconciliación. La presentación resulta demasiado sutil para captar la atención del público en general.

Una película que hace justicia perfectamente a la terrible experiencia de Lomax, pero que en ningún momento llega a tener entidad propia como pieza de arte.

Los primeros 20 minutos son una desconcertante delicia: un noviazgo a una edad tardía que es más romántico y convincente de lo que uno podía esperar. Colin Firth ofrece una interpretación de gran complejidad emocional.

Para una película que aborda los horrores de la guerra y la seducción de la venganza, con actuaciones destacadas, resulta sorprendentemente monótona y rígida.

[Firth] impide modestamente que 'Un largo viaje' se convierta en un drama sensiblero.

El lenguaje utilizado para narrar esta dolorosa historia es académico y carece de la capacidad de impactar emocionalmente al espectador.

Una película en la que Jonathan Teplitzky aplica vehemencia a la profundidad e intensidad al dolor, lo que provoca que nos acordemos de su película hermana, "'El puente sobre el río Kwai'"

Todo en 'The Railway Man' está hecho para conmover. Y nada conmueve. La dirección errática, la ausencia de foco, la monotonía narrativa y, lo más grave, la falta de rigor.

A pesar de las sensibles actuaciones de Firth, Kidman y Sanada, sorprende el toque de indiferencia que esta adaptación deja en el espectador al salir de la sala.

Teplitzky soñaba cada noche en su cama con la gran velada en la que recibiría un Oscar. Su deseo de salir del Kodak Theatre con las manos llenas lo llevó a crear una película que siguiera al pie de la letra el ABC del canon de la Academia.

La reconstrucción de época es impecable y las imágenes son bellas y muy cuidadas. Sin embargo, la prolijidad de esta gran producción no alcanza para crear una película de gran interés.

Esta no es una película de transiciones suaves, ya que avanza o retrocede de manera abrupta, sin dejar espacio para las transiciones personales, la carga de la culpa o la complejidad del perdón. El resultado es que todo se siente artificial, increíble y superficial.

El cineasta Jonathan Teplitzky logra capturar imágenes impactantes de un paisaje escalofriante, esenciales para adentrarse en el drama central de los derechos humanos en el siglo XX. Esta película se presenta como una obra valiente y memorable.

Puede decirse que es edulcorado, empalagoso y también tenebroso. Pero algo importante justifica su visión.