Críticas El hombre que conocía el infinito (2015)

La historia es única, y la forma en que se narra resulta sorprendentemente familiar. Es un biopic respetable, aunque peca de ser demasiado convencional.

Una narración demasiado obediente sobre las dificultades físicas, los prejuicios culturales y la inevitable tragedia que, en forma y espíritu, nunca canaliza la inventiva y el ingenio de la obra de su sujeto.

La película es desvergonzadamente conservadora y sentimental pero cuenta una historia tan buena que es difícil de resistirse.

Aunque en ciertos momentos el relato se siente un tanto predecible, la conexión entre los dos personajes es, sin duda, lo más destacado de la película. Irons logra hacer creíbles incluso las líneas de diálogo más inverosímiles. Será interesante observar cómo evoluciona Patel en el futuro.

Como suele suceder en estas películas sobre genios matemáticos, no se suele explicar demasiado su genialidad y lo que queda es la preponderancia de la música y las efusiones de brazos en alto o caídos para que nos demos cuenta de si estamos en momentos de triunfo o de derrota.

Este film se conecta profundamente con la verdad de sus personajes, presentando una sobriedad que permite que incluso los tópicos más comunes del folletín se perciban de manera diferente.

Filmada con la estética de un telefilm didáctico, carece de elementos fundamentales: no plantea preguntas relevantes, le falta un enfoque científico para explorar la fascinante conexión entre la imaginación y los conceptos, y no logra capturar la sensibilidad necesaria para rendir homenaje a la vida de un hombre.

Es un film interesante y original y cuidado en lo formal, pero no demasiado jugado.

Patel y Jeremy Irons, como siempre, aportan a sus personajes matices que no siempre están resaltados en el guion. Esta es una muestra de cine británico clásico y de calidad.