Críticas Viaje a Nara (2018)

Durante casi una hora la película resulta cautivadora y sorprendentemente sensual. Sin embargo, en su segunda parte, el paisaje onírico que presenta comienza a desmoronarse, ofreciendo un resultado final que combina tanto los aciertos como los fallos de Kawase.

Binoche es una actriz con algo especial, pero su magnética presencia no logra evitar el aburrimiento que provoca 'Visión', una oda a la naturaleza de la hipersensible directora Naomi Kawase.

Es tan simbólica como escurridiza; uno se siente distante de las emociones de los personajes. La sensación de que lo no dicho es más relevante y cautivador que lo que se expone es palpable, dejando un vacío en la narración.

La última media hora de «Viaje a Nara» simplifica sus giros, mostrando cómo el cine de Kawase se halla en un inquietante callejón sin salida.

Un cóctel que despliega una cursilería ingenua, donde los pensamientos, las capas temporales y los impulsos de los personajes se entrelazan, dejando a la propia Naomi Kawase sin poder transmitir con claridad su mensaje.

Una película que se sitúa entre lo más débil de la trayectoria de Kawase, además de presentarse como una transmisión de conceptos new age, repleta de frases que pretenden ser profundas y didácticas.