Poster de White God (Dios blanco)

Críticas White God (Dios blanco) (2014)

  • Hungría
  • Feher isten (White God)
  • 115min

En una sociedad donde una nueva ley privilegia a los perros de raza y castiga a los perros mestizos con impuestos altos, los refugios caninos se saturan de animales abandonados. Lili, una niña de 13 años, intenta proteger a su querido perro Hagen, pero su padre lo echa a la calle. Con la esperanza de que el amor supere cualquier obstáculo, Lili se embarca en una búsqueda para encontrarlo, mientras Hagen se enfrenta a una dura realidad junto a otros perros vagabundos, formando una rebelión contra la opresión humana.

Manohla Dargis The New York Times

Una fantasía húngara sobre la venganza, que no se parece a nada que hayas visto antes en pantalla.

Jessica Kiang Variety

Una notable alegoría sobre la intolerancia racial y étnica que se convierte en una película más efectiva cuando los elementos alegóricos se desvanecen, dejando espacio para una atmósfera de terror inteligentemente misteriosa y significativa.

Luis Martínez Diario El Mundo

La película intenta ser una fábula moral, una metáfora política y un thriller de acción. Esta ambigüedad es tanto su punto fuerte como su mayor debilidad.

Gerard A. Cassadó Fotogramas

Para los aficionados a los perros que buscan una experiencia emocional intensa, esta película fusiona diversos géneros, lo que puede llevar a confusión en ciertos momentos sobre la trama. Es una propuesta impactante y desgarradora.

Daniel Krauze Diario El Financiero

Se puede interpretar como una parábola acerca de las rebeliones de los oprimidos o como un análisis del vínculo entre el ser humano y el reino animal. "White God" es un filme que no se guarda nada. Un perro que ladra sí muerde.

Diego Lerer MicropsiaCine.com

Alegoría política sobre la crisis europea actual, destacando sus aspectos técnicos como la parte más fuerte de la película.

Jorge Ayala Blanco Diario El Financiero

Canta en solitario o en tumulto una educación que es una reeducación para afrontar la brutalidad que hoy requiere la envilecida vida húngara postsocialista.

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