Críticas Black Mirror: Bandersnatch (2018)

Una historia intensa, oscura y profundamente inquietante. No es que éste sea el futuro de la narración interactiva; es que, desde ya, es su presente inmediato.

Una exquisita experiencia metainteractiva. No se ha diseñado para que la veamos de forma pasiva, sino para que nos lo pasemos en grande viéndola.

Te atrapa en su mazmorra de locura. No se parece a nada que hayamos visto antes en una película, en una serie de TV, en Netflix o en ninguna otra plataforma.

Genera más interés como experimento que como algo genuinamente creativo. Como sucede con muchos regalos navideños, la tentación que surge después de verla una o dos veces es de olvidarnos de él hasta que aparezca el siguiente.

Una obra tremendamente original que combina la emoción de una película con la adicción que genera un videojuego.

Me gusta la idea de que Netflix trate de ir más allá con lo que debemos esperar de su plataforma. Pero también es cierto que prefiero ver otra temporada 'tradicional' de 'Black Mirror' antes que otro capítulo de 'esto'.

Una experiencia interactiva única que coge los mejores aspectos de los videojuegos y el cine para crear una historia emocionante con varias posibilidades. Merece la pena experimentarlo más de una vez.

Una experiencia extremadamente adictiva y satisfactoria. Aunque suponga todo un riesgo, ofrece una recompensa que está a la altura.

Bandersnatch es una verdadera genialidad, y las razones son tantas como opciones tiene el usuario al ver el episodio.

Un ejercicio admirable, con momentos de genialidad que llevarán al espectador/jugador no solo a sentirse como un sádico titiritero, sino que además a verse apuntado con el dedo.

Juega a colocarnos en el lugar del Gran Otro lacaniano, y en ocasiones esto resulta placentero. Sin embargo, pronto nos percatamos de que es él quien realmente controla los hilos.