Críticas El último verano (2023)

La película de Breillat impacta al revelar un vacío en el seno de una familia que, a simple vista, parece normal, donde debería habitar la empatía.

Con este nuevo trabajo, Breillat demuestra ser una de las directoras más brillantes de nuestra era.

Una película complicada que idealiza una relación que no debería haber existido y la justifica. Sin embargo, aquellos que buscan la obra de Catherine Breillat encontrarán que su creación provoca inquietud y desasosiego.

La nueva película de Breillat presenta un relato agresivo sobre un romance incestuoso, marcando tanto un regreso esperado a su labor como una renovación de su expresión artística.

Una provocación y un melodrama, y sin embargo, en manos de Breillat, estos personajes son seres humanos interpretados con precisión, en sus sensibilidades, sus deseos, sus viles locuras.

El filme carece de la intensidad, el enfrentamiento y la verdadera capacidad de impacto que caracterizaban las obras anteriores de Breillat.

Catherine Breillat explora con sutileza y dominio las emociones intensas, la deshonestidad, las incongruencias y las manipulaciones que rodean un apasionado amor prohibido.

Breillat, en un notable ejercicio de contención, evita en todo momento la melodramaticidad. Cada escena crucial de la película es capturada con planos muy cerrados, lo que intensifica la experiencia del espectador.

Breillat, con una perspectiva elegante y sensible, aborda temas complejos con dureza y frialdad cuando es necesario, logrando plasmar una complejidad emocional que resulta difícil de procesar y manteniéndose al margen de caer en lugares comunes.