Críticas El asesinato de la familia Borden (Lizzie) (2018)

Es una historia sencilla hecha para provocar a los corazones modernos. Las actuaciones y la fotografía son tan buenas que la película casi consigue su propósito.

Una interpretación elegante y sensible de la leyenda. Sevigny se adueña de la pantalla y eclipsa a Stewart.

Un apasionante e ingenioso drama de bajo presupuesto con buenas interpretaciones. El papel de Lizzie le queda como anillo al dedo a una Sevigny que derrocha talento.

Stewart y Sevigny no pueden salvar un biopic poco memorable. El problema radica en su pobre ritmo y en su ridícula representación de los asesinatos.

Macneill evoca de forma veraz el ambiente represivo e inmaculado de la vida de la clase alta de Nueva Inglaterra. Las actuaciones, la premisa y la ejecución son sólidas.

'Lizzie' no es una mala película, pero no consigue todo lo que pretende. Nunca nos sumerge del todo en su remolino psicológico.

Entre el trabajo de cámara y las sutiles interpretaciones, 'Lizzie' podría haber sido fácilmente una película muda sin perder ni un ápice de su eficacia narrativa.

Se sostiene en las interpretaciones de Sevigny y Stewart, antiheroínas de un relato del pasado visto, analizado y contado con ojos del presente.

El eficaz trabajo de fotografía y el virtuoso diseño sonoro acentúan el clima de opresión y convierten a la lúgubre casa donde transcurre la acción en un (inquietante) personaje más del relato.

La propuesta es moderna, lo mismo que la música. Las actrices son lindas, la fotografía es preciosa. El ritmo es deliberadamente pausado, aumentando la tensión gradualmente, aunque el desenlace carece de una gran fuerza.

Entre las actrices hay complicidad pero no química, lo que crea un vacío emocional que invalida la idea de sostener el filme desde los argumentos psicológicos de los personajes.