Críticas El castillo de cristal (2017)

El libro 'The Glass Castle' supera con creces a la película. El principal error del film radica en su tono emocional y en la búsqueda de un final redentor y optimista. Este enfoque resulta ser completamente erróneo.

Reflexiva y conmovedora, esta película es un relato sobre la complejidad de las relaciones padre-hijo. Está elaborada con gran riqueza y ofrece una historia emocionalmente intensa y estimulante.

Brie Larson y Woody Harrelson brillan en sus papeles. Rex Walls alterna entre provocar furia y desgarro emocional, llevando al espectador a una montaña rusa de sentimientos.

Es a la vez demasiado pulcra y demasiado caótica, y al mismo tiempo no es ni lo suficientemente salvaje ni sensible.

Unas memorias legendarias reciben un tratamiento cinematográfico mediocre. La película es dirigida de manera artificial, lo que acaba resultando repelente.

Se apoya en tres interpretaciones – Larson, Harrelson y Watts – que reclaman, cada una a su manera, la estatuilla. Sin embargo, se vuelve repetitivo al enfatizar la ideologización, la cual se presenta como una manía ridícula.

Como en otras películas de su género, el humor busca suavizar el dramatismo de la situación de los nómadas, liderados por un padre lleno de vitalidad que resulta, a su vez, noblemente patético.

Turbadora carta de amor y dolor, a veces más próxima a los tour de force de 'Agosto', otras al tono feel good movie de 'Pequeña Miss Sunshine'. Y no hay mejor reconciliación posible.

Una road movie en la línea del mejor cine indie que, a pesar de ser algo academicista, resulta subversiva.

Tanto el apego a la experiencia vital del texto de Walls como la inquietante interpretación de Harrelson otorgan a la película un pulso que, en ciertos momentos, se oscurece por el insistente deseo de convertir ese relato en una parábola.

Podría decirse que 'El castillo de cristal' es una película romántica, dando forma a un curioso subgénero que se puede definir como romances edípicos.

Alternando entre la adultez y la infancia de su protagonista, este melodrama de una familia excéntrica crea personajes cálidos sin profundizar en su situación.

La historia que se desarrolla en la pantalla grande resulta conmovedora, humana. (...) conmueve hasta las lágrimas.

Cretton logra extraer lo mejor de sus actores. A pesar de que el retrato de los Walls puede parecer excesivo, se presenta con la suficiente atención y delicadeza para lograr una complejidad que trasciende cualquier cliché.