Críticas Vermin: La plaga (2023)

Funciona sobre todo porque el director Sébastien Vaniček sabe cómo rodar y filmar el suspense y el terror.

Sébastien Vanicek demuestra ser un experto en exprimir hasta la última gota de tensión de esta narración, elevando esta película de terror de serie B a la categoría A.

Un regalo inteligente para los amantes del terror con un control tonal y un inesperado y perfecto final.

Ofrece la montaña rusa de emociones de una película de terror bien hecha. El primer largometraje de Vanicek es un debut impresionante.

El tipo de película que obliga al espectador a sacudirse los pantalones después de verla, para asegurarse de que no hay ningún bicho oculto. Esto, a un nivel básico, convierte a 'Vermines' en un éxito.

Una excelente iniciación a una nueva voz del terror que está descubriendo lo que quiere decir y erizándonos la piel al mismo tiempo.

La mejor manera de describir 'Vermines' es como puro combustible de pesadilla en película.

Una película de monstruos magnífica. Todo está bien equilibrado entre el terror, la acción y el cine social. El último tramo es una secuencia de acción tensa y espectacular.

A través de un modesto presupuesto, Vanicek, con su impresionante y brillante estilo para dirigir el suspense, logra crear una de las mejores películas sobre arácnidos desde Tarántula (1955).

Cumple tanto como retrato de los suburbios como en el plano del horror derivado de las arañas. Un espectáculo que no renuncia a lanzar mensajes comprometidos y que homenajea a un sector de la población relegado a las sombras.

Aún con sus aspiraciones al comentario social, Vanicek se acomoda con soltura en el género, logra imágenes espeluznantes y consigue que la narrativa sostenga el dramatismo necesario sin artilugios excesivos.