Críticas Captain Fantastic (2016)

Especialmente refrescante es su simpatía por los personajes que leen por placer y aprecian el pensamiento riguroso. Sin embargo, al final, se vuelve tan blanda y desigual como una manta de cáñamo de andar por casa.

Con seis excepcionales interpretaciones jóvenes y un papel central que captura el delicado espíritu del regreso a la naturaleza que caracteriza a Mortensen, 'Captain Fantastic' se posiciona entre las propuestas más destacadas y auténticas del Sundance de este año.

La película es un divertido y útil cuento con moraleja. Espero que la enseñen en las universidades.

Mortensen está simplemente magnífico. Se adentra en la piel de un cariñoso padre que enfrenta la posibilidad de que su naturaleza libre y arrogante pueda perjudicar a sus hijos. La película conquista el corazón.

La película desaprovecha la interpretación de Mortensen y sus propias ambiciones temáticas presentando al personaje como poco más que una figura de fantasía idealizada.

El Sr. Mortensen tiene una habilidad única para hacer que creas que sus personajes son capaces de lograr cualquier cosa: volar, saltar sobre edificios, e incluso salvar al mundo.

Está apuntalada por dos sólidos anclajes: Viggo Mortensen y esa idea basada en una especie de «La costa de los mosquitos».

La película recurre a estereotipos y caricaturas, así como a una artificiosidad narrativa y emocional que evita profundizar en reflexiones significativas, lo que la hace superficial y poco arriesgada.

La entereza de Viggo Mortensen ayuda a transmitir el mensaje libérrimo de un film que, por desgracia, echa mano de innecesarias estocadas dramáticas.

Una narración tragicómica repleta de ingenio y sensibilidad. Se presenta como una propuesta audaz y provocadora, que refleja el espíritu libre de sus entrañables personajes.

Como si fuera un experimento social, el cineasta se arriesga a llevar al límite la idea de un idealista antisistema y globalifóbico para observar las consecuencias. Sin embargo, no se detiene ahí, también explora los lazos familiares.

Un filme festivalero, de autor, que de todas maneras puede ser disfrutado por los habitués del cine comercial que busquen un cine más comprometido e interesante que los típicos productos pochocleros.

Se mueve hacia el tono de la fábula, casi una metáfora fantástica, pero va cargada con una serie de mensajes, reflexiones y cuestionamientos que la convierten en una oferta que hay que ver por su exploración de lo diferente, alejado del establishment y lo socialmente aceptado.

El resultado es más cauteloso que equilibrado. Afortunadamente, Ross cuenta con Viggo Mortensen, cuya sola presencia eleva casi cualquier producción. Al final, se tiene la sensación de que él entiende mejor al personaje que su propio director.

Heteróclito, un segundo filme independiente, oscila entre la singular road movie grupal y la crónica familiar, superando cualquier domesticidad ajena.

Ross apuesta por una película que desafía las convenciones del agotado género de cine familiar de Hollywood.

De manera inteligente y con humor, el también guionista Matt Ross termina demostrando la inviabilidad de estas utopías revolucionarias.

Matt Ross, director y guionista, más conocido como actor (de TV, principalmente) acertó en el casting, las atmósferas y el compromiso afectivo que logra instalar en el espectador. Pero no supo qué hacer con el final.

La historia es original e interesante, sin embargo, su desarrollo argumental presenta altibajos. Las situaciones se prolongan demasiado y los cambios de tono se sienten abruptos y vacilantes.