Críticas Sick of Myself (2022)

Una reflexión de nuestra época actual obsesionada con la imagen. Una pequeña y perversa delicia.

Una película curiosa que se mete bajo la piel y persiste en ella durante mucho tiempo.

La película sugiere que la búsqueda de esos 15 minutos de fama en Internet refleja una preocupante obsesión por ser tendencia.

Mi única queja es que el tercer acto pierde un poco de intensidad debido a que la premisa se siente algo débil. A pesar de esto, disfruté de la película hasta el último minuto y me reí mucho.

Aunque es un poco insípida, la película da en el clavo.

La sensación de que la amarga sátira podría haber llegado más lejos se hace presente pero la película, al menos, no falla: no redime al personaje sin condernarlo moralmente.

No hay comedia más oscura que esta. No es para todos, pero a mí me encantó.

Aquí no hay un tercer acto redentor, pero aun así hay un retrato redondo de una matona con una mentalidad singular.

Una hermosa película de terror, tan atractiva por fuera como repulsiva por dentro, con una dirección y un montaje sumamente elegantes. La música clásica acompaña a una Oslo exquisitamente fotografiada.

Bogli se queda a medio camino de las posibilidades de su historia, que no llega a la emoción, incorrección y divertimento que pretende, y que apenas llega a hacer obvio el dolor o los dolores que encierra.

Una experiencia bastante desagradable en la que no asoma ni por un segundo algo parecido a la empatía. Peor. Cuando da la impresión que algo parecido a eso llegará, será aplastada por otra cruel broma del destino. Bah, del guión.

El segundo largometraje del cineasta noruego Borgli es una sulfurosa y desternillante sátira sobre esta rampante sociedad global tiktoquera en la que vivimos.