Críticas Blitz (2024)

La película ofrece una rica textura histórica y una visión menos idealizada, lo que contrasta con lo que se suele esperar de un drama británico comercial. A pesar de ser la obra más esperanzadora de McQueen, también es la que menos profundidad exhibe.

McQueen se esfuerza por integrar en la película una aguda descripción del racismo entre los londinenses, ese racismo que se ha calcificado hasta tal punto que sigue aflorando cuando la gente solo intenta sobrevivir.

La emocionante aventura bélica de Steve McQueen es una obra clásica, que se presenta de manera bien elaborada y sincera. Su capacidad para conmover al espectador resalta, aunque tiene un enfoque un poco tradicional.

Saoirse Ronan brilla en una historia de la Segunda Guerra Mundial que, aunque intenta ser única, no logra adaptarse completamente a la particular perspectiva que propone su director.

McQueen dirige las secuencias de acción y los momentos dramáticos con gran precisión y detalle. La película es bellamente compleja y logra equilibrar el optimismo y el pesimismo de manera conmovedora.

El drama de Steve McQueen sobre la Segunda Guerra Mundial es intenso, terrorífico e impresionantemente cinematográfico.

Un viaje narrativo y emocionalmente inconexo.

El poderoso drama Blitz ofrece una perspectiva innovadora del cine bélico. Su capacidad de sumergirte en la historia es impresionante, alternando momentos de risa con otros que te dejan en un profundo silencio.

Esta es una película sobre la forma en que la resiliencia puede florecer a partir de la vulnerabilidad.

El drama de Steven McQueen que narra el bombardeo de Londres durante la Segunda Guerra Mundial es impactante.

Rodada con un estilo clásico y elegante, McQueen nos lleva al Londres de la Segunda Guerra Mundial para examinar las relaciones humanas en tiempos de crisis a través de la perspectiva de un niño.

El resultado es una obra fría y contundente, que ni la talentosa música de Hans Zimmer logra calentar. Impresiona visualmente, pero carece de la capacidad para tocar el corazón. Transmite, pero no provoca esa conexión emocional esperada.