Críticas Como la vida misma (2018)

La película explora la conexión entre los destinos humanos, sugiriendo que tal vez no son tan maravillosos como parecen.

No decepcionará a los seguidores más exigentes de Fogelman. La atmósfera sombría de la película permite que los adultos la disfruten plenamente.

Melodrama delirante, donde la ambigüedad y el matiz brillan por su ausencia. Esta obra se sumerge en lo obvio y en un discurso que carece de profundidad.

Jamás te crees a sus criaturas, ni lo que les sucede. Son sus actrices y actores quienes mantienen el tipo ante la catarata de falsa profundidad y cursilería galopante. Es imposible verla sin sentir vergüenza ajena.

Zafiedad con ínfulas. Cuando no busca manipularnos emocionalmente a través de la desgracia, la película utiliza diferentes trucos narrativos para hacernos creer en su propia relevancia. No consigue convencer.

Fogelman ha demostrado su valía en el género de melodrama con 'This Is Us'. En esta ocasión, recurre a los elementos que le han dado éxito, como los saltos temporales, aunque no logran impactar de la misma manera.

Todas las situaciones están diseñadas para evocar emociones en el espectador, aunque a menudo esto se logra a través de eventos poco creíbles y forzados.

La historia en sí no es nada fuera de lo común, pero su tono alegre la hace efectiva. Sin embargo, lo que realmente destaca es su contenido cursi y melodramático, donde se crean coincidencias forzadas para conectar a los personajes.

La manipulación emocional se combina con un enfoque superficial y azucarado en aspectos visuales y musicales. Al mismo tiempo, los talentosos actores parecen reflejar las angustias de los personajes que interpretan.

Un cine que busca su éxito en las lágrimas de los espectadores, modificando el rumbo del guión para alcanzar ese fin, dejando de lado la coherencia y la verosimilitud en un plano muy secundario.

Un filme irregular, donde los momentos más destacados se adentran en la comedia negra, mientras que los menos afortunados caen en un melodrama evidente.

A pesar de que la narrativa avanza sin atención al detalle ni sorpresas, cumple con su objetivo principal: hacerte llorar.

Una película tan desastrosa que su único atractivo es comentar sobre ella más tarde. Después de los primeros 30 minutos, es evidente que carece de cualquier contenido interesante.