Críticas El viejo roble (2023)

Dave Turner ofrece una interpretación excepcional como el propietario de un pub que busca hacer lo correcto. Sin embargo, la última reflexión de Loach sobre la desesperanza de la clase trabajadora se transforma en un relato de hadas con tintes progresistas.

Es una obra admirable con unas raíces maravillosamente fuertes

Es tan absorbente, reflexiva, sincera, profunda, esperanzadora y valiosa como sus mejores obras. Si realmente se trata de la despedida de Loach, es una gran nota con la que despedirse.

La actuación de Turner provoca emociones profundas.

Loach logra, una vez más, presentar los matices de una herida que sigue sin sanar. El resultado es una película que se edifica sobre la emoción, destacando el reencuentro y la esperanza a pesar de las adversidades.

Loach, a sus 86 años, prueba que su mensaje anti-cínico sigue siendo relevante. Aunque lo que sucede puede ser predecible, resaltar la solidaridad como nuestra única esperanza es un mensaje que nunca debería perder vigencia.

El inconveniente radica en su idealismo ingenuo y la forma en que se presenta, similar a un mecano deteriorado. La historia trata de ajustarse a fórmulas que manipulan emocionalmente, como si siguiera viejas normas de guion.

Contiene un mensaje de lo más noble, y recurre a martillazos tanto para hacérnoslo llegar como para tocarnos la fibra.

No se puede considerar superior ni inferior a las obras recientes de Ken Loach. Presenta un enfoque humanista, con una clara inclinación política y progresista, aunque adolece de un tono didáctico y un estilo algo torpe y redundante.

En lo que puede ser su última obra, el audaz cineasta y activista británico busca despedirse dejando un mensaje esperanzador.