Críticas Paraíso: Amor (2012)

Un tour de force de la crueldad meticulosa, un melodrama cómico que provoca la risa y la empatía y reemplaza esas respuestas por una molesta incomodidad.

Seidl se aleja de los matices. Las mujeres son retratadas como crudas e insensibles, mientras que los hombres aparecen desperate y explotados.

Se antoja tan cercana que acaba por hacer daño. Bien es cierto que el exceso de gusto por la contemplación mórbida acaba por arruinar en parte el proyecto.

Seidl plantea cuestiones realmente perturbadoras. ¿Cuáles son las respuestas o soluciones? Presenta una verdad cinematográfica tan incómoda que resulta imposible desviar la mirada.

Aunque juega con los contrastes, Seidl evita caer en el maniqueísmo. En ciertos momentos, 'Paraíso: Amor' se presenta como una comedia cruel y amarga; en otros, como un drama social que convierte a sus personajes en figuras grotescas. En resumen, es una película de autor que resulta única y sin comparación.

En extremo provocadora, esta obra pone el dedo en la llaga y, con un morbo artístico, explora zonas y conflictos, dejando al descubierto la dura naturaleza humana. Sin embargo, puede que no sea del agrado de todos.

De gran crudeza, la película transmite la singular frialdad que se genera en estos tratos donde dominantes y dominados se intercambian, en una irónica y desolada forma de mirar las relaciones primer-tercer mundo.

El audaz director austríaco aborda el racismo y el turismo sexual, superando el grotesco y la provocación para descubrir nuevas dosis de sensibilidad y matices en su obra.

El autor, Ulrich Seidl, tiene la tendencia de incomodar, actuando como un verdadero provocador. Sabe captar la atención de su audiencia a través de imágenes perturbadoras y reflexiones que resultan evidentes. En resumen, su estilo se mantiene inalterado, presentando todo sin ningún tipo de sutileza.