Críticas Fast & Furious 7 (A todo gas 7) (2015)

La exitosa franquicia de coches rinde homenaje al fallecido Paul Walker con una sólida séptima entrega. 'Furious 7' se presenta como una película que, al igual que uno de sus indestructibles vehículos, surge milagrosamente sin un solo rasguño.

Una despedida emotiva, pero absurda para Paul Walker. A pesar de la hábil dirección de James Wan y un reparto comprometido, la película termina tambaleándose como un eje estropeado.

Estupendamente estúpida y estúpidamente entretenida. Walker, Diesel y compañía lo revientan en su última aventura juntos.

Siempre he disfrutado más del concepto de las películas de 'Fast & Furious' que de su ejecución, pero esta última entrega es la más potente.

'Furious 7' es la película más grande y más tonta de la franquicia, transformando oficialmente la saga en 'Los Vengadores' con coches de alto rendimiento. Pero ¿cuál es el problema con lo grande y lo tonto?

Ciertamente, la película parece un final cacofónico, gratuito y está repleta de secuencias de acción realmente impresionantes.

Ofrece el más gozosamente estúpido espectáculo que jamás había imaginado un carburador sucio. Es decir, el mayor placer culpable sobre ruedas.

Todo es vertiginoso en esta fiesta sin tregua. Plantearse si es buena o mala carece de importancia: es arrolladora y, además, pasablemente divertida.

La saga mantiene una única norma: no hay que respetar ninguna cuando se trata de alcanzar el máximo nivel de diversión cinética. Misión cumplida, de manera destacada.

Entretenimiento, asombro y un disfrute genuino que superan cualquier inverosimilitud. La pérdida irreparable de Walker se sentirá profundamente, pero no detendrá el avance de Rápidos y furiosos.

Aunque 'Fast and Furious 7' presenta una trama excesiva y complicada, su espectacularidad se sitúa entre lo mejor que hemos experimentado en la saga.

La nueva versión de esta serie mantiene los giros poco probables y las maromas espectaculares.

Tiene un corazón tan grande como cada una de sus secuencias de acción. Todos los actores creen –creen en serio– en el mundo que les ha sido dado habitar y el humor y el peligro llenan cada una de las secuencias.

Un film que, cuando explota, lo hace en serio con un uso alucinante de locaciones de todo el mundo y que tiene una técnica de montaje impresionante.