Críticas Mi crimen (2023)

Es tan efervescente y fácil de olvidar como una botella de vino espumoso de marca blanca.

Hay una pulcritud autocomplaciente en la trayectoria del guion, aunque algunos diálogos de humor negro lo compensan.

A pesar de lo tonta que pueda ser 'Mon Crime', la farsa francesa sigue siendo tremendamente entretenida.

Una comedia gozosa con aire de vodevil que fluye como un manantial de la mano de un reparto sembrado, capaz de moverse entre diálogos brillantes y endiablados, y una trama con todos los ingredientes posibles.

Es refrescante que el director de 'Bajo la arena' aborde una premisa relacionada con el discurso del #metoo, restándole importancia al asunto. La película se divierte al mostrar que la vida es un puro teatro.

La banda sonora carece de canciones memorables, el París de época se siente artificial y las jóvenes protagonistas pueden llegar a ser bastante irritantes. Sin embargo, es justo admitir que la película logra funcionar.

Es un alegre divertimento que funciona en su candidez. Es un Ozon disfrazado de ligereza, divertido y sofisticado, rodeado de un elenco disfrutón, con un diseño de arte y una fotografía impecables.

Un film curioso y simpático. No será de lo mejor que hizo Ozon en su obra, pero se disfruta sobre todo a partir de su desenfado y su espíritu lúdico.

Está dentro de los títulos más logrados de la última etapa del realizador de '8 mujeres', una película a la que se parece bastante.

Las actuaciones son lo mejor del filme, que se ve con simpatía, y que sin ser una obra redonda cumple con el propósito de entretener, con giros en la trama y sí, la presencia de sus estrellas.

Deliciosa comedia policial 'Ese crimen es mío' bromea sobre la famosa guerra de los sexos, hace lucir a intérpretes y técnicos y rescata una obra preciosa del teatro popular francés.

Con sus altibajos, una profunda búsqueda de la felicidad.

Ozon retorna con una entretenida comedia.