Críticas El clan (2015)

Un poco irregular, pero sin lugar a dudas fascinante.

Mientras ves 'El Clan', es importante recordarse que esta historia increíblemente absurda realmente ocurrió.

Trapero se ha consolidado como un narrador excepcional en el ámbito local. Desde sus inicios en el Nuevo Cine Argentino, ha evolucionado hasta convertirse en un realizador reconocido por su habilidad para fusionar el arte con la parte comercial del cine.

El nuevo film del director de 'Carancho' carece de la intensidad que el caso narrado sugiere. Guillermo Francella compone a Arquímedes Puccio como un monstruo gélido y perturbador, en tanto el resto del elenco oscila entre la tibieza y la opacidad.

Una efectiva e inmisericorde bofetada, una advertencia contra la evidencia del lugar común.

Trapero se aproxima a los hechos con notable objetividad. La dirección es impecable en fluidez y composición, y el reparto, liderado por un prodigioso Guillermo Francella, brilla sin defecto alguno.

Trapero logra crear una película que resulta algo impersonal. Aunque presenta buenas ideas y momentos destacados, le falta una perspectiva global sólida que integre de manera cohesiva todas las dimensiones del film: su forma, su narrativa y su concepto.

Para un país que, como el nuestro, ha padecido su epidemia de secuestros, 'El clan' reviste especial interés como reflexión de un fenómeno social de pérdida de valores. Lástima que su punto de vista sea tan turbio.

Trapero retrata de manera estilizada y tensa el caso de una familia criminal que expone la bancarrota moral provocada por la dictadura militar.

Trapero filma con maestría. Demora diez minutos en sumergirnos con habilidad en su tragedia. Aunque ahora esté en ligas mayores, Trapero sigue hablando de crisis financieras, sobrevivencias y métodos de escape.

Un thriller medianamente entretenido, aunque rutinario y muy poco original.

Nunca pierde el interés, Francella realmente hace un gran trabajo y la última media hora es cine en estado puro.

Es una película ya de por sí bastante fuerte y, especialmente para el final, Trapero se guarda algunos de los momentos temibles, con una escena que merece destacarse en una antología del cine policial argentino.