Críticas Frantz (2016)

Se puede decir que 'Frantz' es una de las películas más convencionales de Ozon, pero sus complejas sensibilidades y afinada ironía son evidentes en una obra madura que trasciende el pastiche de género.

No es la peor película de Ozon, pero tal vez sea la primera que da la impresión de haber sido realizada por otro director.

Magistral Ozon. (...) una tragedia dura y cruda lanzada sobre el borde mismo de todos los precipicios posibles. Y así, hasta alumbrar una de las mejores películas de una filmografía camino de lo inacabable. Tal cual.

El cineasta construye un relato intenso y elegante, lleno de sensibilidad, que se presenta como un drama contundente con intenciones claramente antibelicistas.

La ambientación es espléndida y las emociones fluctuantes, a veces desbordadas, añaden un ingrediente esencial a la trama. La pareja principal presenta una perfecta fusión de elegancia, ambigüedad, romanticismo y una sensación de desgarro.

Un sugerente ejercicio sobre perspectivas complementarias en el que resulta primordial el trabajo con el blanco y negro y el color, por separado o mezclado en algunos encuadres.

Elegante y preciosista, 'Frantz' oculta bajo su apariencia de sobriedad un torrente de artificios formales y narrativos.

Ozon, experto en subvertir las expectativas del espectador, presenta aquí una historia en hermoso blanco y negro que desafía los prejuicios y aborda, de manera indirecta, la intolerancia actual, sin renunciar en ningún momento al dulce romanticismo.

Película que provoca resonancias emocionales insospechadas en la audiencia local, debido a que parte del conflicto principal de la trama de Frantz es el perdón.

Usando una fotografía austera en blanco y negro, el director francés François Ozon adapta y expande una obra teatral antibélica que privilegia las incertidumbres sobre la claridad moral.

A medida que la historia avanza y nos damos cuenta de sus giros y revelaciones, entendemos que François Ozon, coautor del guion, ha creado una narración que constantemente nos desafía por su ambigüedad.

Ozon amplifica la historia y extiende la tragedia, explorando sus múltiples consecuencias, algo característico de su cine. Presenta sentimientos inciertos, prejuicios engañosos y revelaciones inesperadas, ya que cada individuo es un relato que encierra otro relato.

Es una hermosa película. Tiene una estética entre calvinista y nórdica y, quizás porque se trata de un remake de uno de los pocos dramas filmados por Ernst Lubitsch, la puesta en escena tributa a un imaginario cargado de referencias cinematográficas.

Lo que propone Ozon es un apaciguamiento melancólico y sereno para acceder a una suerte de liberación personal, que François Ozon sigue estudiando y manejando en su cine con una destreza incuestionable.

Ozon elige formas de una poesía trágica, acentuada por la lóbrega belleza de sus imágenes.