Críticas Comanchería (2016)

Un crepuscular thriller texano que impacta. Pine y Foster aportan una nueva madurez a sus interpretaciones.

Divertida, crepuscular y emocionante, es una historia sobre la fraternidad y la familia que se adapta a la dura belleza del paisaje, la esquiva naturaleza de lo correcto y lo incorrecto y las estrafalarias conexiones humanas en una época de confuso cambio.

Chris Pine, Ben Foster y Jeff Bridges están brillantes en 'Hell or High Water'. La película captura la intensa adrenalina del crimen, al mismo tiempo que se presenta como un drama moral que evalúa cada una de las acciones desestabilizadoras que se exhiben.

La trama no avanza más allá del esquema de 'policías persiguiendo a ladrones', sin embargo, 'Hell or High Water' combina un humor inteligente y amplio con elementos realistas, serios y profundamente tristes. Es un viaje sólido y completamente disfrutable.

Un gran wéstern social. Una de las películas más sorprendentes de los últimos años. Es cine mayúsculo sobre recompensas: económicas y, aún mejor, morales.

Es una película que explora la hombría y la hermandad en un Estados Unidos que enfrenta una crisis social y económica. Los mensajes son evidentes, tanto en el guión como en la cinematografía. Aquellos que deseen comprender, deben hacerlo.

Resulta atrapante desde la primera secuencia. Y no solo porque la historia es potente, y los actores trasmiten empatía, sino porque cada plano está compuesto como una obra pictórica, aprovechando la inmensidad de las locaciones.

Es una película de formato reducido, con una narración ágil y tensa que se mantiene enfocada y avanza sin desvíos: hacia adelante; sin flashbacks ni giros innecesarios. Parece pertenecer al cine de serie B, con un presupuesto limitado para su producción y toma de decisiones, pero ejecutada con la habilidad de un buen profesional.

La elegancia y la seguridad con que filma Mackenzie permiten que la tristeza presente en la historia se refleje con una ternura otoñal, melancólica y fatalista. Este tipo de paradojas son la esencia de las grandes películas.

Funciona gracias a la destreza del guionista Taylor Sheridan y el director David Mackenzie, y a la soberbia actuación de Jeff Bridges, quien ya tiene escriturado el Óscar como actor secundario.

Una película de ambiente rural, honesta y sin mayores pretensiones. (...) El director David Mackenzie, escocés, abandona los esquemas propios de Hollywood para describirnos asuntos escamosos de innegable trascendencia.

El director David Mackenzie tiene un dominio excepcional del tempo narrativo. A pesar de utilizar numerosas elipsis, logra mantener una cámara al nivel de un hombre sentado conversando con una cerveza en el porche, mientras que la profundidad de campo revela objetos al fondo que se convierten en pistas significativas.

El juego propuesto por Sheridan y Mackenzie es sumamente atractivo. No es empero cine para cinéfilos exclusivamente.