Críticas Mi policía (2022)

Una interpretación principal insulsa es uno de los muchos defectos de este melodramático y poco convincente drama.

Parece un poco fuera de lugar. Aun así, no deja de ser llamativa, y eso es gracias al trabajo de David Dawson y Emma Corrin.

Una representación queer superficial que carece de imaginación visual y que pide mejores interpretaciones. 'My Policeman' comete el más grave de los crímenes: no tiene alma.

Qué hermosa historia de amor. O lo sería, si en algún momento del bodrio británico creyéramos que los protagonistas se amaban de verdad.

Los seis actores ofrecen interpretaciones únicas; artísticamente, está muy bien cuidada. Sin embargo, el inquietante enredo del guion y la dirección deja un deseo de mucho más.

Es una producción atractiva, y siempre mantuvo mi interés, pero para mí, no alcanza todo su potencial.

La forma en que se desarrolla es similar a la de alguien que se acerca a ti y te susurra algo realmente horrible al oído, antes de despedirse con la mano y marcharse sin más explicaciones.

Es una película tierna y desgarradora que cuenta con una de las escenas finales más devastadoras y emotivas de los últimos tiempos.

Los espectadores más empáticos se sentirán implicados a un nivel básico -el amor es el amor y los prejuicios son horribles-, pero más allá de eso, la película no ofrece mucho que sea fresco, complejo o convincente.

Si Tom experimenta un profundo conflicto interior sobre su doble vida, la interpretación de Styles, que varía entre la chulería y el silencio incómodo, no logra reflejarlo en absoluto.

Sufre de un guión poco profundo, y las tres partes de este triste y desdichado triángulo amoroso parecen arquetipos estándar.

Es decepcionante en todos los sentidos, desde su guión lento hasta la lamentable actuación de Styles. Mejor llamar a la policía.

El defecto más profundo es que captamos demasiado poco de la vida interior de los personajes. 'My Policeman' es lo contrario de explosiva, pero es fiel a la elocuente visión de su director.

Sobria y delicada, claramente no pensada como un producto comercial para los millones de fans de la estrella pop funciona como un emotivo repaso de una época dura.

Es un ejercicio de nostalgia que se termina convirtiendo en una propuesta que invita a la reconciliación, al respeto, a la tolerancia.