Críticas Un polvo desafortunado o porno loco (2021)

Un ataque disperso a la histeria sexual y la hipocresía política. El humor es grosero, sus objetivos satíricos son numerosos y el efecto general es variable.

Una película con demasiadas ideas es preferible a una con muy pocas, pero desafortunadamente aquí, sus dispersos pensamientos, estrategias formales y críticas indirectas nunca añaden más que un sketch.

Posee un humor sombrío y un toque de redundancia, resultando en una gran metedura de pata cómica que, posiblemente, no sea tan divertida o relevante como se espera.

Un grosero asalto a la noción de la obscenidad. Uno de los primeros ejemplos de trabajo genuino de autor en emerger de un mundo derrotado por el Covid.

Tras un comienzo verdaderamente impactante, esta comedia-drama rumana se transforma en un retrato inquietante de la vida urbana.

Una comedia ingeniosamente estructurada del provocador director Radu Jude que aborda temas como la historia, la misoginia, la religión y la rígida moral provincial. Es una comedia audaz y efectiva.

'Bad Luck Banging Or Loony Porn' es una sátira dispersa que combina aciertos y desaciertos en una propuesta de comedia. A pesar de sus fallos, se destaca como una de las obras más audaces de 2021.

Lo propuesto es tan demoledor como libre de marca. Las imágenes funcionan como una enciclopedia simbólica de nuestro tiempo. Por cada aforismo, una pedrada.

La primera parte es el auténtico cenit de esta obra asilvestrada. A falta de Berlanga para realizar la gran sátira sobre el covid, nos queda Rumanía.

Un sorprendente mejunje en el que conviven la fábula sarcástica, el ensayo de inspiración brechtiana y el teatro de cachiporra. La película, aunque histérica, resulta apasionante.

Es notoriamente una película contemporánea: no tanto por la proliferación de barbijos y dispositivos móviles que muestra, sino más bien por el ambiente perverso que se vislumbra.

El director comprende el contexto teórico que lo llevó hasta aquí. Sin embargo, desde una perspectiva cinematográfica, su narrativa no se ajusta a un largometraje, lo que lo lleva a crear un espectáculo completamente ajeno a lo que intenta contar.

La película presenta características del conocido humor negro rumano, pero lo hace de una manera especialmente anárquica y corrosiva que evoca el estilo de Dušan Makavejev. Además, hay una influencia de Jean-Luc Godard en la abundancia de signos visuales.

El tono es abiertamente fársico y por momentos surrealista. Se trata, en todo caso, de uno de los platos fuertes más divertidos.