Críticas 120 pulsaciones por minuto (2017)

Una historia de amor gay, elaborada con ternura, se desarrolla en un contexto de lucha contra los prejuicios asociados al sida. La atención al detalle y la sincera amabilidad ofrecen una conmovedora remembranza de esa época.

Rechaza de lleno el melodrama asociado a las narrativas sobre el síndrome. Un diario de la década de la peste que prescinde de las hagiografías y el falso pudor.

Sólida película

De lo general a lo particular, de lo colectivo a lo individual, '120 pulsaciones por minuto' muestra cómo la militancia a veces puede ser la gota que horade la piedra, la herramienta para conseguir un cambio social.

Resulta una de esas obras que generan charlas y debate. En su último tramo, el film se oscurece, pero sin permitirse caer en el extremo de la gravedad.

A pesar de que ha habido diversas representaciones sobre la crisis del sida, '120 battements par minute' presenta una visión europea. Campillo, como activista en su época, logra plasmar un compromiso profundo con el tema, ofreciendo un testimonio auténtico y personal.

Campillo logra generar empatía desde los primeros minutos. El golpe final se llama Nahuel Pérez Biscayart, cuya fuerza interpretativa en pantalla es casi intoxicante. La película es él, una fuerza de la naturaleza que parece imbatible.

En relación a otros filmes que abordan o refieren al sida, como 'Philadelphia', 'The Hours' o 'Dallas Buyer’s Club', '120 latidos por minuto' es superior al estar exenta de la emotividad cliché y trascender potentemente la dignidad de los portadores del VIH.

Lejos de ser una película histórica sobre el SIDA, la obra de Robin Campillo es un vibrante reflejo de activismo y vitalidad frente a la muerte. La actuación de Nahuel otorga un rostro y un desenlace digno a la parábola central.

Dividido entre lo realista y lo didáctico, el filme pierde gran parte de su valor. Además, Campillo parece mostrar indecisión en su narrativa.

Una narración urgente y visceral que logra transmitir un espíritu de época y un retrato generacional gracias a una potencia, convicción, credibilidad y crudeza propias del mejor cine francés contemporáneo.

Eso es lo que acá se cuenta, celebrando esa energía y destacando la forma novedosa de esa organización colectiva, hasta derivar en un caso particular como ejemplo de tantas vidas tronchadas por la desidia de quienes hubieran podido protegerlas.