Críticas Broker (2022)

Nadie hace películas sobre la familia como Koreeda. Su estilo exhibe una delicadeza inquebrantable que aporta veracidad emocional y espontaneidad en cada escena.

Una visión cálida e inesperadamente poco crítica del mercado negro coreano de adopciones. Koreeda es sorprendentemente crítico hacia sus personajes.

La narrativa resulta algo débil, sin embargo, se mantiene como un relato cálido y, en ocasiones, divertido, centrado en personas que buscan su camino en medio de una situación complicada.

Es esencialmente tonta, con unas caracterizaciones agotadoramente superficiales y amplias vetas de intriga policíaca y dramática que solo subrayan el hecho de que ni una sola palabra es realmente creíble.

Hay mucho en juego aquí, aunque se presenta con un toque generoso y accesible. Unas interpretaciones uniformemente excelentes.

Es un drama social bien hecho

Una vez más Kore-eda logra transmitir una gran cantidad de emociones sin esfuerzo aparente. Su amor por los personajes es tan palpable que resulta imposible no emocionarse. A pesar de su tristeza, la película se siente reconfortante.

Su tendencia a la sensiblería se interpone. Koreeda no duda en recurrir a toscos trucos narrativos para despertar nuestra simpatía por unos personajes que claramente son gentuza.

No es exactamente una película dramática. La falta de prejuicios al abordar una historia de este tipo se enfrenta a un exceso de sensibilidad, algo riesgoso cuando puede derivar en sensiblería.

Al final esta película filmada en Corea por el director japonés no es otra cosa que un sensible y por momentos encantador drama sobre la posibilidad de encontrar impensadas familias cuando uno menos se lo espera.

'Broker' es tan conmovedora como incómoda, y provoca una reflexión que va más allá de los juicios superficiales.

La transparente mirada humanista de Koreeda, sin cinismo ni dobleces de ningún tipo, termina imponiéndose por encima de cualquier asomo de crueldad o de egoísmo.