Críticas Vortex (2021)

En términos de alcance, ambición y ejecución, esta es una de las más destacadas obras de Gaspar Noé. La película se presenta de manera reflexiva e implacable, además cuenta con interpretaciones impecables y un estilo libre e improvisado.

Una variación emocional y terrenal de 'Amour', además del trabajo más sensible y accesible de un director al que rara vez le ajustan estos calificativos.

La sexta película del director es más contenida que sus transgresiones previas, pero su retrato de la vejez sigue siendo una excusa para restregar la devastación en nuestras caras.

Parece que ha llegado un Noé más maduro, que resulta más calmado y menos manipulador de lo que fue Haneke en 'Amour', pero con un final similarmente impactante.

Sin duda, una película emotiva y cautivadora. Consigue meternos totalmente en el mundo de estos personajes a la vez que nos perturba y nos desarma.

Gaspar Noé vuelve a hacer de las suyas, y algunas nuevas (...) Es otro viaje mortal de Noé, en otras palabras, y quizás su más poderoso e intransigente

El estimulante diálogo que se produce entre las conmovedoras interpretaciones de Dario Argento y Françoise LeBrun define el espíritu de la obra de Noé.

El director se muestra más inspirado que nunca a la hora de conjugar narración e imagen. Vortex está repleta de ideas brillantes, es una película viva a pesar de hablar de la muerte.

La obra más incómoda de Gaspar Noé también es la más tierna y sensible.

Es una singular anomalía en la filmografía del director, tal vez una de sus obras más sinceras y personales. Es una pieza madura, directa y obstinada, que no permite ningún espacio para el consuelo.

Convierte a la pantalla dividida en un recurso estético de primer orden y un discurso en sí, opone e impone y recompone propositivamente a las figuras humanas en el espacio visual.