Críticas Cazafantasmas: Imperio helado (2024)

Es oficial: hay que dejar de llamar a los Cazafantasmas.

Un 'fan-service' más grande, más ruidoso y (ligeramente) más divertido que 'Ghostbusters: Afterlife'. Debería haberse esforzado más para inventarse una razón para existir.

Tiene mucho potencial y un nuevo villano escalofriante, pero demasiados personajes y una trama más lenta conducen a atenuar las emociones.

El sobrecargado guion amenaza con asfixiar a cualquiera de los personajes principales, dejando sólo intacto el de Phoebe. Pero sabiamente deja espacio para algunas secuencias de acción...

Intenta evocar el pasado con constantes 'callbacks', al tiempo que intenta que el público se interese por una historia más moderna con personajes para una nueva generación, y acaba fracasando en ambos aspectos.

Aykroyd es razón suficiente para desear que el actor continúe realizando películas de 'Ghostbusters', siempre y cuando sean superiores a 'Ghostbusters: Frozen Empire'.

Hay momentos dilatados de humor, miedo y tragedia, pero al ser todo tan disperso e inconexo, la película acaba definiéndose por su falta de convicción a la hora de explorar sus ideas al máximo.

Es cansina e indiferente; aquí falta historia y sobran ocurrencias. Destaco, por destacar, el trabajo de la adolescente Mckenna Grace. Lo demás se olvida antes de abandonar con prisas la sala.

Simpática, aunque un poco inferior a su predecesora. Aún así, se mantiene como una película tierna, familiar y nostálgica, aunque en esta ocasión se notan algunas debilidades.

La nueva entrega evoca el espíritu de las películas de los años 80, donde la falta de originalidad se compensa con la diversión de lo familiar.

Las componentes del cóctel son las mismas de siempre, pero de la mejor marca y calidad, lo que nos permite ingresar en ese universo incluso si no conocemos nada previo.

Todo parece estar organizado y desarrollado por una inteligencia artificial con el propósito de complacer a una audiencia que se queja porque todo es lo mismo de siempre.