Críticas Indiana Jones y el dial del destino (2023)

Ford lo da todo, pero mientras las tres películas originales eran apasionantes, esta quinta entrega carece de chispa. La acción se siente genérica y está escenificada de manera torpe.

Un viaje emocionante. Con Ford en plena forma, la última batalla de Indy es una mezcla muy satisfactoria de acción, humor y emoción.

Uno puede sentir a los cuatro guionistas acreditados aferrándose a la inspiración y quedándose cortos. El resultado estaría perfecto para una película de aventuras independiente protagonizada por otro personaje, pero no es digno del látigo.

Puede que no resulte especialmente innovadora, pero es una superproducción bien hecha que ofrece lo que quieren los fans de 'Indiana Jones'. Y, a veces, eso es suficiente.

Una sorpresa emocional, divertida y satisfactoria

Puede que sea la peor de las películas de Indy, pero sigue siendo un capítulo digno en la saga.

Una carta de amor divertida aunque imperfecta a la franquicia.

Una trepidante aventura de búsqueda de tesoros

Mangold ofrece una aventura sólida pero que flojea en comparación incluso con 'Crystal Skull'

Indy merecía una despedida mucho más digna. Las persecuciones y peleas son reiterativas, y el guion se siente rutinario y predecible. Aunque en la parte final mejora, en general no provoca una gran emoción.

El tiempo transcurre, pero como lo demuestra 'Indiana Jones y el Dial del Destino', todavía es posible mantener viva la llama antiautoritaria y la pasión por el conocimiento que reside en el corazón de esta saga inmortal.

El equipo hizo lo mejor que se puede hacer hoy en día con un personaje así y es estar a su servicio. Desde el punto de vista cinematográfico es impecable como se ha encontrado la forma de darle lógica y continuidad.

Mangold se pone al servicio de una franquicia modelada en los 80, hoy venerada sin demasiados reparos. La película presenta una alquimia efectiva, sin hallazgos ni estridencias, pero resulta ser muy, muy disfrutable.

La despedida mundial de Indiana Jones no tiene la emoción que se esperaba. Aun así, es una fiesta, con artistas y técnicos de primera, recursos que causan admiración y entusiasmo.

Cumple como despedida a una de las caras más reconocibles del cine. Le rinde tributo a lo que fue mientras marcha a pasos agigantados a terrenos inexplorados.

Puede ser tan placentera como sus predecesoras, sin embargo exhibe todos los síntomas de nuestra época obsesionada ya no con crear variaciones de lo clásico sino con repetir detalle a detalle la experiencia de lo original.

Cumple con aquello que se espera de una película de aventuras. Todo un cóctel de dos horas y media de duración para entretener y también conmover.