Críticas Beau tiene miedo (2023)

Es un reflejo de lo que sucede cuando a un director técnicamente talentoso se le da demasiada libertad creativa. Tres horas no resultan en absoluto razonables para una colección tan desigual de sketches.

La crueldad y la monotonía, aunque acompañadas de un matiz de creatividad, no logran ser una combinación efectiva.

Es el tipo de película que merece la pena recomendar aunque sea sólo por su ambición. El hecho de que también sea una comedia de terror extraordinariamente bien elaborada es la guinda del pastel.

La pesadilla surrealista de tres horas del autor de terror Ari Aster parece estar diseñada para machacar a su estrella y al público.

Es violenta, explícita, aterradora, hilarante, indulgente, audaz, grotesca, demencial, atrevida, belicosa, fascinante, horrible, despiadada, descarada, insípida, pero, sobre todo: inolvidable. Una película increíble.

El alcance de este espectáculo vanguardista a veces supera sus posibilidades, pero es un asombroso viaje a través de la terrible, muy mala y nada buena semana de un hombre.

Este batiburrillo te provoca estreñimiento.

Es insufrible, pero hay veces que llega a ser bastante buena.

Logra que el espectador acompañe al protagonista en un viaje tortuoso y glorioso, algo que pocas películas logran.

Turbia, confusa, histérica e irresistible. Nunca antes una película se atrevió a tanto. Aster, encantado de conocerse, ha dirigido una película sencillamente indescifrable. Entusiasma de puro fea.

¿De qué trata esto? No lo sé. Me resulta complicado explicar lo que sucede en los tediosos 180 minutos. Solo siento un deseo, y es que termine pronto. No hay manera.

Un filme hermético e impenetrable. Agradará, probablemente, a los incondicionales, pero no serán pocos los que tengan la impresión de que [Aster] les ha tomado el pelo.

La primera hora puede resultar entretenida. La segunda se vuelve pesada y en la tercera hay que aferrarse fuertemente para no perder el interés. A pesar de contar con el talento de Ari Aster y Joaquin Phoenix, la película deja poco que desear.

179 minutos de la más absoluta nada. El cenotafio que Ari Aster ha erigido no alcanza las tres horas porque deja al espectador ese minuto extra para reflexionar sobre cómo lo han engañado.

Ari Aster se pierde entre los pliegues de su propio relato. La película está excesivamente centrada en sí misma y parece olvidarse de lo que realmente desea comunicar.

El resultado es por momentos fascinante en su creatividad y audacia, pero en otros un ejercicio de crueldad y sadismo casi intolerable.

Es una comedia edípica demasiado enamorada de su propio ingenio. Ari Aster abandona el art horror que dominó con 'Midsommar' y 'Hereditario', logrando resultados desparejos.