Críticas Avatar: El sentido del agua (2022)

Es magníficamente original, entrañablemente sincera y diferente a cualquier otra superproducción moderna.

James Cameron ha regresado con una epopeya acuática cósmica que solo él podría lograr: excéntrica, conmovedora, alegre, oscura y, sin duda, muy azul. Sin lugar a dudas, sigue estando años luz por delante de los demás.

En este regreso a Pandora, hay elementos en exceso y otros que faltan. Su imaginación y amplitud a menudo pueden resultar mágicos.

'Avatar: The Way of Water' representa una notable mejora en comparación con su antecesora. Sus impresionantes efectos visuales nos brindan un regreso fascinante a Pandora.

Una clase magistral en términos de espectáculo, ritmo e implicación emocional, que deja por los suelos a casi todas las propuestas de Hollywood de gran presupuesto de hoy en día.

La mega-secuela de James Cameron ofrece acción, emoción y unos increíbles efectos visuales en 3D.

A pesar de lo impactantes que son los efectos visuales, la acción no llega a ser convincente, ya que se encuentra atrapada entre un estilo de dibujo animado y el de una película de acción real.

Su resplandeciente puesta en escena resulta sobrecogedora. Sin embargo, el drama que transcurre en ese mundo no siempre está representado con el mismo nivel de maestría.

Es innovadora, ambiciosa y hace cosas maravillosas pero Cameron pierde el hilo de sus personajes, enreda la historia, desaprovecha el poder de sus estrellas y marea a los espectadores con tanto 3D.

Atrevida, hermosa y muy, muy azul.

Es brillantemente absorbente.

Cameron encuentra su máxima expresión en Pandora no sólo porque puede crear vastos mundos nuevos y matrices de seres espiritualmente interconectados, sino también porque puede librar batallas que no puede librar en otros lugares.

Una experiencia espectacular, envolvente y asombrosa que sólo Cameron puede llevar a las salas de cine.

Pandora sigue siendo un fascinante mundo en el que perderse, a pesar de que a la película le cueste combinar sus efectos visuales con una historia emocionalmente satisfactoria.

Un regreso a Pandora visualmente impresionante pero narrativamente poco inspirado

Me pierdo con la identidad y con lo que les ocurre a los personajes protagonistas. Son seres muy raros, que al parecer componen la raza na’vi. Solo la hora final me entretiene.

Un alucinante espectáculo visual sin nada que contar, un escaparate del 3D más inmersivo y realista que uno puede imaginar, pero sus 192 minutos ofrecen escasa sustancia temática o narrativa.

Un milagroso espectáculo visual que ofrece entretenimiento, conmoción, risas, tensión y lágrimas. No hay manera de escapar de su magnetismo en ningún momento.

Película desmesurada y oscilante, que aún es incapaz de abrazar su condición de espectáculo total, abierto a la abstracción de las formas, sin escudarse en una narrativa que no está a la altura de sus innovaciones estéticas.

Más acción y emoción en un remake de la película original. Nadie quedará decepcionado. Hay belleza, emoción y diversión en 'Avatar: el sentido del agua', que también tiene el corazón en el lugar correcto.

Más de tres horas de un disfrute para la vista y un sedante para el alma.

Cameron reinventa todo lo conocido para dar forma a algo distinto, único, probablemente irrepetible, que eleva las búsquedas visuales al punto de que es imposible saber qué de todo lo que se ve es real y qué creado digitalmente.

Un espectáculo artístico y tecnológico descomunal. Es muy entretenida y nadie ha usado el 3D mejor que Cameron aquí. Se sirve de los avances científicos para lograr este universo natural tan perfecto.

Está destinada a ser un clásico de la ciencia ficción moderna. Con un sólido desarrollo de historia y personajes, y haciendo gala de efectos visuales sin precedentes, de nueva cuenta revoluciona la experiencia cinematográfica.

Al igual que su predecesora, cuenta con una narrativa escasa, aunque destaca un valioso discurso ecológico que resulta relevante. Sin embargo, lo que realmente brilla es su calidad como espectáculo.

Con una insoportable solemnidad que envuelve toda la película, esta se presenta como una obra sin inicio ni final, careciendo también de contenido en el desarrollo. Es, en esencia, un espectáculo vacío, aunque sigue siendo un espectáculo.

La película de Cameron impresiona por sus imágenes en 3D, pero los personajes, con unos diálogos extraídos de series animadas de Hanna-Barbera, carecen de toda dimensión.

En 'Avatar: el camino del agua', el clímax provoca la sensación de que la búsqueda de lo épico se limita únicamente al impacto de su despliegue visual, sin que se perciba una verdadera trascendencia en los personajes ni en los valores que intentan transmitir.

Cameron y su equipo abordan los puntos débiles de la primera película, mejorando el guion y los personajes, a la vez que crean una de las experiencias más extraordinarias que se pueden vivir en el cine.